Y así llegó,
el final parece que ha llegado. Los invencibles han terminado.
Si ya fue duro
en los primeros momentos que la persona que era como mi hermana me dijera que
le he fallado demasiadas veces, que ya no soy su amigo, más duro ha sido
decirte que ya se acabó nuestra amistad. Que te has convertido en un capullo.
Que tenía ganas de pegarte todos los días, que te odio, que te he dejado de ver
como amigo y como amor parece que está pasando también. Qué en una puta semana
que me voy de intercambio a otro país y las dos personas que más me importan
cambian.
No iré rogando perdón, ni clemencia…ni siquiera una sonrisa. He madurado, he madurado mucho, he aprendido que no siempre soy el culpable, que no puedo pedir perdón por cada paso que dé, que no puedo adaptarme a todo el mundo, que todo el mundo no se puede adaptar a mí.
No iré rogando perdón, ni clemencia…ni siquiera una sonrisa. He madurado, he madurado mucho, he aprendido que no siempre soy el culpable, que no puedo pedir perdón por cada paso que dé, que no puedo adaptarme a todo el mundo, que todo el mundo no se puede adaptar a mí.
Y aquella tarde, yo con el cigarrillo en boca, probándolo para comprobar, estaba seguro, lo tire al suelo con solo una calada, cogí la botella de agua y me quite ese gusto asqueroso. Y te lo dije, te solté todo lo que pasaba…me preguntabas por que…. Pero parece que en esta historia no hay un porque, porque no sabía la razón. Sucedió y no podía elegir, yo no puedo controlar mis sentimientos.
Y todo mi
mundo ha cambiado. Ya no soy aquel niño bueno que esperaba sentado
tranquilamente, ahora soy el que se levanta y va en busca de las emociones.
Soy el que
decido mi futuro.
Soy el que
dice “hasta aquí hemos llegado”.
Soy el que
dicta sentencia…
Que lastima que todo haya acabado así y que no quieras solucionarlo, me encanto bailar contigo.
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